Adobo, fanzine de cómics underground con extra de cafeína.

31.12.12

¿Por qué se acaba Adobo? La respuesta está en las estrellas

Durante el período de tiempo desde que anunciamos nuestra muerte como fanzine hay una pregunta que se ha repetido hasta el hartazgo ¿Por qué cerráis Adobo? No queríamos decirlo a las claras, y por eso sacamos una serie de vídeos que ilustran a la perfección nuestra razón principal: ESTAMOS HASTA LOS MISMÍSIMOS COJONES.


Vosotros sabéis que os queremos con locura, pero 5 años dan para que nos cojamos un asco tremendo. El ir pegando tumbos por los salones, dejándonos la voz y la salud, y perdiendo el dinero de la universidad de nuestros chiquillos no está mal, pero cuando se convierte en una rutina la cosa se pone morcillera.



Adobo en realidad está MEJOR QUE NUNCA. Las ventas superan nuestras expectactivas con creces, el dibujar, ver lo que hacen los colaboradores y ver las reacciones de la gente al leerlas no tienen precio (en realidad todo es negociable), pero la parte chunga de la jugada ha ganado el pulso y toca cerrar el chiringuito.



Como ya os hemos comentados es una decisión tomada con tiempo y por eso quisimos que Adobo acabara con un número de puta madre. Al leer las 160 páginas de crema en su estado más puro creemos que está sobradamente logrado… Ahora lo que falta es que nos los compréis, cotillas de mierda.


7.12.12

Quemando cartuchos en el Último Expocómic de Adobo

Si esperabais que variásemos nuestras normas no escritas sobre longitud de entradas, habéis errado como putas. Esta entrada contando lo que acaeció en el último Expocómic de Madrid al que Adobo asiste va a ser tan kilométrica como sus antecesoras.

Adobo dice adiós con la manita a Expocómic.

Nos encaminamos el viernes hacia Madrid en el AVE. Efectivamente, nos ahorramos ir el Jueves. No nos suele salir rentable y siempre suele ser un día de ventas flojas y poco movimiento, así que este año no lo hicimos diferente. La hora, infernal: las 6:45 de la mañana. El viaje transcurrió con El otro Samu y Fresús callados como putas tras el suceso de hace algún año con las viejas del AVE, que reñían furiosas nuestras algarabías telefónicas prometiendo demenciales lugares donde comer. Para amenizar el camino pusieron la película Jane Eyre... puta mierda para animarnos, así que estar aplacaditos fue más sencillo de lo que parecía.

A nuestro stand no le faltaba un perejil, pero sí muchas neuronas 

Llegamos a Madrid y nos esperaba Alberto. Nos referiremos a Alberto por su nombre porque aun era Alberto ese viernes. Más adelante os contaremos su metamorfosis. Nos llevó a desayunar a un mágico sitio llamado La central del buen gusto no muy lejos del Matadero. Una especie de central de todos los Museos del Jamón donde fotos de niños disfrazados promocionando rancios productos nos hicieron soñar y llenaros nuestros estómagos para comenzar el primer día de Expocómic.

Naturaleza muertísima en La Central del Buen Gusto

Nos dirigimos con las primeras cajas al Expocómic totalmente ajenos a lo que nos íbamos a encontrar. No conocíamos el lugar y estábamos aterrorizados ante las maldiciones que el siempre quejón Samu de Rantifuso nos lanzó el día anterior. De primeras, el sitio era mucho más bonito que el Palacio de Cristal. Más que el sitio, era el entorno. Además de tener el hotel enfrente (El Gran Lebowsky como en ciertas ocasiones nos pedía el cuerpo llamarlo), el camino hacia el lugar no se hizo un infierno. Llegamos y pedimos las acreditaciones, como os contamos, bastante acojonados de posibles problemas. Nada de eso. Hablaremos durante la crónica del tema pero, al menos por la parte que nos toca, la organización se merece una comida de huevos bien gorda. Ni un problema al darnos las pulseritas y alguna invitación. Ni una mala cara y ningún amago de mijitismo, aún con la herida del cambio de recinto en carne viva. Con las pulseras en las manos empezábamos el día.

Enseguida descubrimos que este Salón iba a ser rebautizado como El Salón del Niñón. Niñones por doquier, pululando por el stand, tocando mucho pero no comprando. Por supuesto dimos buena cuenta de ellos con nuestras cámaras fotográficas. Eran muy mansos por eso de estar en rebaños, así que no tuvimos que salir a la caza de ninguno.

 
¡Niñones por doquier!

La primera mita que nos encontramos en el camino corre a cargo de Fresús. Le dio el Adobo a una chica normal y muy sonriente que venía acompañada de un señor serio, posiblemente su padre. Craso error. Cuando el bueno de Fresús se quiso dar cuenta por la confusa risa de la chica y la mirada perdida del supuesto padre era muy tarde. Alzó la mirada y vio a todo un grupo de retracas que se había arremolinado alrededor del stand de Adobo. Había ido descubriendo el terrible temita de menos a más y las risas de ver desnudos en un papel pusieron a Fresús muy nervioso. Por suerte todo pasó de largo, lo que no esperábamos es que la liaran al ver que justo al otro lado campaba el L´Univers Du Bonbon (Fresús comentó que era extraño que le pusieran un nombre en catalán estando en Madrid... Fresuuuus) y cuando vieron los colores y el cante a glutamato la liaron bien gorda para el asombro de cuidadores y expositores aledaños. Una maravilla.

Joaquín Guirao sabe bien cuál es la solución a tanta camiseta y tanta chapa... FUEGO

El viernes siguió como todos los viernes. Decir que los fanzineros estábamos divididos en dos grupos: a la izquierda Rantifuso, Polan Kaede, El Vosque, Andergraun y Ruleta Rusa. A la derecha, nosotros junto a Studio Wargh (que venían con el crack de Joaquín, creador del acojonante Bienvenido a Zaira), los mitas del Migas y Juego de Tronados con Xser y Peube a la cabeza (los otros ni puta idea de quienes eran). A otro lado y en absoluta soledad, el bueno de Mart que también nos anunció que se jubilaba. Nos fundimos en un abrazo y entendimos perfectamente su deserción.

"Parodias parodias dubidú, si no las compras allá tú"

Menos gente de lo normal y curiosidades. Un perro guía sin ciego visible al que todos los fanzineros de la parte izquierda acariciaban aunque estuviera prohibido, los "Fancines" según la organización, tías medio en pelotas y un sinfín de culos panaderos para aburrir que hicieron las delicias de Álvaro Samaniego de Migas y de Fresús.

Cospobre de Webcam con pistoleras y de un butanero con linterna

La visita de Carandini, Mar, el Tío Berni y los chicos de Entrecómics fue un subidón del bueno, porque además pudimos ver en exclusiva el nuevo tebeo que han sacado, Azul y Pálido de Pablo Ríos, que también andaba por allí mitándose como una bestia parda. Nosotros mientras estábamos con las orejitas tomateras porque los focos del stand nos hacían ligar bronce a base de bien.

Improvisado concurso de besos en el stand de Adobo. Al final ganó el cómic.

Acabamos el viernes como está escrito desde hace años: ventas escasitas y el esternón hecho polvo de abrazar y saludar. Este año con más razón puesto que nos piramos y había que despedirse del respetable. Cenamos en el Bremen, una careta hamburguesería que al menos nos dejó satisfechos y nos tomamos una copichuela junto a un famélico Sama y a Alberto (sigue siendo Alberto) en un bar Asturiano que días más tarde sería un puto agujero negro de mita y destrucción.

¿A papá o a mamá... A papá o a mamá... A papá o a mamá...?

El sábado en Expocómic suele ser el día grande. Era el día otaku y la primera sorpresa fue encontrarnos una cola que rodeaba todo el puto Matadero. Era para acceder y comprar las entradas. Está claro que la herida del Madrid Arena aun escocía y no iban a permitir exceso de aforo, no fuese a ser que a algún frikazo le diera por colapsar la puta fuente de chocolate y se produjera alguna desgracia. Lo gracioso de todo esto es que existía una puerta sin cola alguna por donde se accedía perfectamente al mismo lugar sin esperar durante hora y media. Pero el efecto rebaño hizo el resto en este sinfín de despropósitos.

Este señor vino blasfemando cosas sobre Mireia... luego entendimos que no era NUESTRA Mireia

Dentro del recinto el ambiente era asfixiante, salvo en la zona de fanzines donde simplemente pasaba bastante gente. Las veces que fuimos fuera o a comer era imposible dar un paso. Con un desayuno improvisado a base de un kinder bueno y un sobao, nos dispusimos a empezar fuerte el día (me caaaagro en mi puuuuta viida!). Menos mal que Mart no llegó a primera hora porque el sol entraba por una ventana y azotaba vilmente su stand ante nuestro asombro.

Mart se pudo poner moreno en pleno invierno, no le reprochamos que no hiciera

Las ventas caían a mal ritmo, que se arregló terriblemente a la tarde. Por la mañana, solo curiosos y putos pesados que solo se arriman al stand a molestar. Esta especie la conocemos muy bien y lo bueno es que la reconocemos de otros años. El Otro Samu vio a un friki con un martillo de Thor que ya tocó los cojones otros años y cuando fresús fue a abordarlo soltó un grito que se quedó en la sien del calvito durante todo el salón ¡¡Nooo!! ¡¡Noooo!! ¡Que es un frikazo de cuidado!.

"Así le cogí los huevos al toro"... SIGUES SIN MOLAR NADA

Destacar las visitas de Pedro Katz y compañía al stand descubriendo una de las sorpresas del número final. De los 500 cromos de Adobos numerados, muchos de ellos eran para fanzineros que han compartido stand con nosotros estos años. Los gritos al descubrir a los endogámicos seres que en ellos se escondían se escucharon hasta en el Palacio de Cristal donde algún cosplayer se cagaba en sus muelas.

Tras jamarnos sendos bocadillos de calamares estabamos listos para una tarde que resultó prolija en ventas y en mita. Llovieron las maravillosas visitas de Elisa, Fernando Fuentes, Tanoka, Kax, Patastratos, Nacho García (con visitas anexas, como su mítico padre que repasó la carrera de Nacho de pe a pa dándole una tunda que ni Bruno Kholin, además de colegas varios y sus encantadoras amigas griegas), Molg H y Alberto estuvieron toda la tarde rondando el stand y echando el resto.

Quizá el cospobre más aterrador de todos "cospobre de la muerte de Adobo"

Mención aparte para los buenos de Eli y Alba, míticos entre míticos que, además de sus Adobos, se pillaron un par de camisetas de Hijoputa que vendíamos por primera vez. Además, nos obsequiaron con regalos maravillosos como toda la filosofía de Torbe escrita sobre papel que nos puso ojipláticos.

Uno de los momentos cumbres fue cuando un niño especial se acercó a Alberto y le golpeó suavemente en la barriga ante la reprobación de la madre que pronunció una dulce frase que aún retumba en nuestros oídos: ¡Te he dicho que no tocamos a la gente! Que Dios les bendiga con pañales de todas las tallas porque seguro que los necesitarán.

Rantifuso nos confesó que tienen un problema hormonal y les encanta comerse las monedas de 2 euros que van recaudando. Por lo menos se lo toman con humor.

El día se cerró con buenas ventas y agotamiento generalizado. Para celebrar que lo habíamos petado nos fuimos unos cuantos valientes de nuevo a cenar a La Central del Buen Gusto. La cena osciló entre mala hostia por camareros torpes que le tiraron caldo de pollo a El otro Samu por la espalda (El caldito y el rapadito), y la mítica conversación de Fresús con Dimitra, la amiga griega de Nacho.

Algún otaku estaba cansado de esperar en la cola y se dejó caer en un coche que estaba allí aparcado

El reto era que Fresús le explicara expresiones típicas españolas.Todo empezó con una conversación sobre la expresión "El burro por delante..." (según Fresús el dicho termina ahí) que nos hizo soñar a todos. Luego el reto se amplió a soeces varias como "Si pesa más que un pollo, me la follo", "Flamenquín de cuello vuelto" (Fresús empezó con la desafortunada frase ¿Te acuerdas del flamenquín que te comiste en Sevilla?), "Cuanto más primo más me arrimo", "La tengo como el cerrojo de un penal", "Meterla en Adobo" o "Si hay pelito, no hay delito". La manera de gesticular de Fresús y las explicaciones rotundas como odontología-dientes-mucho dinero situaron el momento como algo épico en la escalada de mita del día. Todo se fue diluyendo en jugos gástricos, bromas internas y expresiones como BAJUNA MATATA, que indicaban que ya nos sobraban algunas jarras de cerveza.

DNM nos enseña que una oreja se puede poner bermellón. Así se gana la vida el chiquillo.

Para terminar y echar la última nos acercamos junto a Sama como borregos de nuevo al Asturiano, donde Alberto demostró su amor por el chinchón y donde El otro Samu empezó a notar los efectos del subidón de azúcar tras pegarse una sobredosis enfermiza de Trina de Naranja. El espectáculo lo dio una sospechosa mulata que entraba y salía sin parar para (según Fresús) escupir algo que llevaba en la boca. Aquella burdísima cubana nos hizo soñar, pero no tuvimos que pagarle nada.

Nos fuimos a la cama con la sensación de que el domingo lo íbamos a petar, y a fe que así fue. Esto no nos lo olíamos aún cuando nos estábamos metiendo un desayuno penoso entre pecho y espalda. Amigos, si vais a Madrid, por muy famosos que sean los churros y las porras, sabed que el domingo por la mañana hay churrerías que no abren. MANDA COJONES. Nos tuvimos que tomar una tostadita de pan Bimbo y un bocadillo chunguísimo con un pan que estaba más seco que el ojo de un tuerto.

  La gente de El Vosque celebrando la vez 1.000.000 que le dicen que bosque se escribe con B

Entramos por la puerta de atrás dejando la cola de frikis y niñones a un lado, y al principio de la jornada ya se veía que el público estaba hecho de otra pasta. No habíamos colocado aún los números sobre el stand cuando ya estábamos vendiendo ejemplares a dos manos. tanto es así que tuvimos que establecer una rutina para que entre Fresús y El otro Samu fuéramos sacando los números con la mayor rapidez posible. La jornada prometía ser rentable y muy emocionante.

Los chicos de Migas encantados con la simpática ilustración titulada "Rave en Crimea"

El concurso de cosplays se celebraba ese día y vimos maravillas como Super Cacahuete, el
supehéroe con mayas y sin complejo de micropene
,y muchos hombres que iban vestidos de obsesos sexuales y sacaban fotos a las niñas ligeritas de ropa y se masturbaban en las esquinas... aunque sospechamos que al final no era ningún disfraz. Esto contrastaba con un concurso paralelo de niñones que se fueron acercando por nuestro stand y que nacían saltar todas las alarmas adobianas al son de NIÑOOOOOON NIÑOOOOOOON.Intentamos premiar a la gente que nos trajera muestras de los espécimenes vía twitter, pero no surtió efecto, suponemos que porque Expocómic estaba repleto d ellos y no había emoción en la caza.

Saltaron todas las alarmas niñonas

Varias chicas insistieron en que hiciéramos una versión de nuestra camiseta como Hijaputa, pero queridas amigas, en Adobo tenéis la guerra perdida. El diseño original es Hijoputa y no vamos a ofreceros una alternativa. Eso sí, podéis regalársela a algún hombre para que podáis lucirla con orgullo y dejéis alguna pullita por el camino. Nosotros las vendíamos en Expocómic como parte de un pack y llamaba mucho al atención, pero no tanto como las bolsas dobladas en triangulitos que El otro Samu se trabajó para facilitar las ventas.

Al tufo de nuestra política con la camiseta se materializó una de las lesbianas que nos leyeron la cartilla hace unos años por las páginas de Montserrat. La lesbiana en cuestión vino con un skate en la espalda confesando su identidad y diciendo que le gustó mucho lo que se llevó y se lo pasó genial porque resulta que Montserrat se parecía a la jefa de su ex-pareja. Hasta tal punto llegó la complicidad que confesó hacer dibujillos y estar abierta a colaboraciones... Claro que sí. Tantos años esperando una demanda y ahora esto ¿Cuándo terminará este calvario?.

que nos pongan el Mon de la CHuche en frente pase, pero que nos pongan a la vista este stand es criminal según  a qué horas

En el mismo sentido apareció una pareja de Osos que parecían muy predispuestos a liarla, pero El otro Samu supo darle la vuelta al cromo que les hubiera tocado y que rezaba "PAREJA DE OSOS" ¿Puta casualidad? Eso esperamos.

El volumen de ventas que estábamos teniendo era tan grande que teníamos problemas con los pagos. A la organización le aconsejamos que ponga un cajero en el recinto, porque varias personas estuvieron dando vueltas para poder pagarnos con tarjeta de crédito. Fanzineros con terminal para tarjetas, ISBN y pagando IVA. Underground en estado puro. Hasta tal punto llegó la cosa que tuvimos que tirar de los números que estaban destinados a la distribución. Lo petamos amigos, lo petamos porque calculamos de puta madre los números que nos llevamos a Madrid. Tanto fue así que empezamos a hacer ofertacas de órdago para deshacernos de peso de vuelta. Son las ventajas de compararnos números en los salones y no en tiendas.

Samu de Rantifuso sorprendido con lo bajo que están los precios de los stands en Expocómic.

Ya llegando el final pagamos religiosamente a la organización por nuestro stand y le dimos las gracias por el trabajo conjunto a lo largo de los años. Aunque en otras ocasiones hemos tenido que regatear con las pulseras y las invitaciones este año ha ido todo de dulce, aunque Adrián nos confesó que la edición había sido un infierno y que seguramente no habría más ediciones de Expocómic en el Matadero. A nosotros ya nos la suda porque NO VOLVEMOS.

Fue en este punto cuando Alberto se incorporó y por los viejos tiempos volvió a abrir la jaula de la bestia. Se puso tibio de cerveza y Red Bull y se convirtió una vez más un Kwyjibo en estado puro.
Volvió a liarla vendiendo Adobo a la vieja usanza a grito de Me vas a comprar un Adobo como mi polla de grande o Por la mitad de lo que te has gastado en el maquillaje que llevas en la cara te podías haber comprado un Adobo.

 Momento exacto en el que Alberto pasó a ser de nuevo Kwyjibo

El culmen fue cuando una niña con un cartel de abrazos gratis y unos brackets de otro siglo se enzarzó dialécticamente con Kwyjibo (porque ya no quedaba rastro de Alberto) y la discusión terminó con un "que te crees que voy a pagar 40€ por un Adobo" a lo que musitamos la contestación "que te crees que nosotros tendríamos estómago para abrazarte". La magia se hizo patente con frases como No amigos-No follar y con el proyecto de hacer un corto con el metraje grabado del hierático dependiente de El Mon de la Chuche.

Próximamente en sus pantallas

Las puertas empezaron a cerrarse y los fanzineros empezamos a despedirnos los unos de los otros a sabiendas de que no pisaríamos más Expocómic. Esperamos verlos de nuevo en Ficómic y compartir un último gran salón con ellos. Mart también dio por cerrada su etapa y tampoco volverá a pisar un Expocómic como expositor ¿Es el fin de una era? Los Mayas icen DE QUE SÍ.

Recogimos todas nuestros trastos y los dejamos en el hotel. Acto seguido nos reencontramos con los supervivientes de Migas y Rantifuso y no fuimos a tomar algo ¿Dónde? Al PUTO BAR ASTURIANO. Allí Fresús pilló una media tajá muy interesante que le hacía pedir raciones de oreja y bollos de pan como si si vida dependiera de ellos, en una mesa cercana un par de lesbianas poligoneras plagadas de tatuajes y mal gusto se pillaban otra meolopea a base de chupitos de whisky y cerveza. Cuando Kwyjibo volvió a la carga de las cervezas pasamos al licor de hierbas y después al orujo y al chinchón.

 Estimado mundo del fanzine: esto es lo que te dejamos. No le des chinchón.

Los decibelios comenzaron a subir y las poligoneras se adueñaron del hilo musical para poner la Máxima FM a todo volumen. Si pensaban echarnos de allí estaban muy equivocadas. Los comentarios sobre nabos y poyas cada vez eran más frecuentes y al final el calvito y el rapadito dieron muerte a la reunión cuando la cosa se salió de madre. Esta fue una retirada estratégica, porque el siguiente paso era vernos a hostias con las lesbianas y a una mujer no se le pega se folle a lo que se folle.

Nos despedimos amistosamente (demasiado amistosamente) en la puerta del metro y nos fuimos a morir al hotel. Al día siguiente nos volvíamos a Sevilla y había que tirar de la maleta de ruedas encontrándonos mil veces con Pedro Kat.

Una foto muy finish ¡Cuánto odio en una sola imagen!

La mañana del lunes dejemos el hotel sin antes tomarnos un chocolate con churros y dar el numerito. Cuando Fresús fue a coger su mochila se encendió el cepillo de dientes eléctrico y al conserje todo le encajó: dos calvos con barba, una habitación, una cosa que vibra dentro de la mochila y el comentario de El otro Samu "No me lo puedo creer". Fresús se excusó de mil maneras y dio demasiadas explicaciones. La cara del conserje era de QUE SÍ. Volvimos abochornados rumbo a Atocha donde nuestro fiel AVE nos transportó a casa con una comedia ligera para amenizar el camino y con un churrasco de cerdo con mojo picón que nos esperaba en el bar más cercano.

Se acabaron los Expocómics para nosotros y siempre la cosa ha ido a mejor. Hemos pasado del pestazo a ramen en un pasillo gélido a un stand sin sillas en un antiguo matadero... Luego nos peguntáis que por qué dejamos Adobo... ¡¡Me cago en mi puta vida!!