El Crujipollo siempre fue un sitio para reunirse y celebrar presentaciones, planear números o simplemente para disfrutar de una buena cena, pero por encima de todo fue un templo de inspiración para seguir adelante.
Los dueños del local (Paco y Lola) siempre nos supieron atender con cariño y dedicación, sazonando su exquisito pollo frito con virutas de mita que hacían de las veladas auténticos momentos para recordar. Quien haya tenido la suerte de compartir con nosotros alguno de esos momentos sabrá de lo que estamos hablando.
En estas últimas jornadas el crujipollo afrontó la invasión de los "ya-no-tan-peludos" fans de AC/DC, que hacían coincidir su concierto con el cierre del local, y que casi dejan sin existencias la cámara frigorífica de cara al acto de clausura.
Así, los colaboradores de Adobo asistentes al cruji-finde nos pusimos el mundo por montera y protagonizamos El Cuatriplete (consistente en cuatro visitas al Crujipollo a lo largo de tres días).
Durante estas jornadas Paco y Lola no sólo se deshicieron en atenciones hacia nosotros (como ya es costumbre) sino que nos hicieron sentir parte del Crujipollo asistiendo a visitas guiadas por el local, animando a la selección española, compartiendo anécdotas e intercambiando regalos con lágrimas en los ojos. La mita ocupó las dos alas inferiores y parte de la segunda planta del local.
Como siempre Paco se ofreció a hacernos una foto de grupo para que ninguno quedara excluido de tan gratos recuerdos.
La última comida en el Crijipollo se tornó informal, y codo a codo con un Paco y una Lola vestidos de paisano pudimos degustar innumerables y exóticos platos, tapas y postres accediendo a casi todos los recovecos del local en régimen de autoservicio. La comida fue exquisita, pero el ambiente de tristeza se hacía palpable de vez en cuando en las caras de los asistentes.En una sesión de fotos final agradecimos a Paco y a Lola todo lo que hicieron por nosotros y afianzamos nuestro contacto en el futuro. Con un nudo en la garganta cruzamos por última vez las puertas del paraíso sabiendo que nunca jamás encontraríamos un restaurante en el que la familiaridad, la mita y el respeto nos inundara a cada sorbo y a cada bocado. Nos enfundamos cada uno una de sus cientos de corbatas con motivos americanos y neuyorkinos, que paco tuvo a bien prestarnos. Pudimos contener las lágrimas antes de salir por la puerta, pero una vez fuera la luz del sol nos cegó y nos dimos cuenta que ese iba a ser nuestro último crujipollo.
Muchas gracias por todo Paco y Lola, y hasta siempre Crujipollo.